Circulación peligrosa, contaminación por polvo intenso y ruidos que rompen con la rutina habitual del pueblo. Son las consecuencias de la gravilla en una carretera recién arreglada en Llanera. Los vecinos han decidido plantarle cara, al igual que ha sucedido en dos pueblos de Piloña. Todos critican al Principado: arregla a medias las carreteras, con menos dinero del comprometido inicialmente.
En el caso de los vecinos de Agüera, en San Cucao de Llanera, y de la localidad vecina de Brañes, ya en el municipio de Oviedo, reclaman que el arreglo de la vía local LL-6 entre ambos núcleos rurales se ejecute con todas las garantías de seguridad y «no dejándola a medias, como lo hizo ahora».
Los vecinos aseguran que el proyecto de reparación de la vía data de 2009, «cuando había presupuestados 293.000 euros para ejecutar la obra», explica José Antonio Sánchez, presidente de la asociación de Agüera. Sánchez afirma que el proyecto consistía en hacer cunetas de hormigón y un asfaltado en toda la carretera, a lo largo de unos 3 kilómetros. Entonces, los vecinos realizaron varios cortes de carretera denunciando el estado lamentable y la gran cantidad de baches como consecuencia del tráfico indiscriminado de camiones de alto tonelaje, recuerda el presidente vecinal.
En diciembre de 2010 el Principado inició los trabajos de reparación de la carretera, pero con un presupuesto de 74.000 euros, «que nada tiene que ver con el presupuesto aprobado en 2009 ni con los materiales destinados a la obra, tan necesaria», señala Consuelo González, una de las portavoces de los vecinos de Brañes. «La obra se hizo, pero la carretera quedó en peor estado», asegura González. «En el Principado no concretan nada».
Denuncian la gravilla que dejaron en la calzada, lo que resulta «peligroso para la circulación de los vehículos, provocando derrapajes y resbalones al frenar». Los afectados destacan los baches y desniveles de la vía, y que «el estado lamentable de la reparación provoca ruidos brutales y tormentosos debido a los cientos de camiones diarios» que circulan por la carretera, según José Manuel Alonso, otro de los vecinos. Susana Granda destaca la falta de seguridad recordando que un
autobús escolar con medio centenar de niños circula por esta carretera diariamente. «Estamos inseguros con esta carretera y tenemos miedo», confiesa la vecina, quien asegura que la vía «ha quedado más estrecha que antes». También denuncian que existe una contaminación «brutal por polvo». José Antonio Sánchez asegura que la polvareda que se genera obliga a las personas que viven junto a la carretera a permanecer en sus casas, «ya que es imposible respirar, impidiendo la normal convivencia de los vecinos». El polvo cubre también los jardines y alrededores de las casas. Miguel Ángel González asegura: «Vives en el campo, pero estamos peor que en Madrid con los altos índices de contaminación». Y cuando hablan de sus coches, «siempre están con polvo y con los neumáticos y la carrocería afectados».
La reclamación está clara: que se quite la gravilla y se gaste el dinero prometido inicialmente.
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